Conocí a Alejandro Martino en El viejo almacén de Buenos Aires. Él era el flautista del Cuarteto del Centenario, yo, el locutor de la casa. Nos hicimos amigos.
Charlábamos mucho sobre la historia del tango, porque a Alejandro le interesaba muy especialmente conocer cómo tocaban los flautistas que lo antecedieron. Movido por ese interés suyo le llevé muchos casetes con grabaciones obtenidas de mi colección de discos de pasta. Corría el año 1983.
Cuándo en 1988, ya en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, Alejandro comenzó a dictar la materia Flauta Tango, era, seguramente, el flautista profesional que más conocía sobre sus colegas históricos. No contento con ello, ese año, inició una investigación de primera mano sobre el tema.
Cuando en 1990 se fundó la Academia Nacional del Tango varios de sus miembros entendimos que Alejandro Martino merecía ser incorporado a ella por el valor de su proyecto de investigación.
También el Fondo Nacional de las Artes apoyó su iniciativa otorgándole en 2004 una beca de investigación. |