Prólogo de Alejandro Martino para El arte de los cuerpos moviéndose en el espacio, un arte original con reconocimiento y expansión mundial, la danza del tango es para mí no sólo estas dos generalizaciones sino mi profesión. Como flautista y director he acompañado a los más destacados bailarines de escenario por el mundo y a un sin número de milongueros anónimos en los salones de mi ciudad natal, Buenos Aires. Yo creía saber muy bien que cosa es el baile del tango porque lo llevo grabado en la retina y porque lo he compartido, en comunión, aportando los sonidos imprescindibles para que la danza exista. Sin embargo, un adagio popular en mi país reza: “el que toca nunca baila” y con el correr del tiempo he advertido su inexorable acierto. Yo no bailo el tango. La inmensa mayoría de mis colegas no bailan el tango. Pero volviendo a mi caso, hoy puedo cambiar el tiempo del verbo y decir: yo no bailaba el tango hasta caer en el abrazo cósmico de Beatriz Dujovne. Su libro, In strangers’ arms, me ha hecho aprehender el valor más trascendente y profundo de este arte, al que yo miraba desde afuera. Hoy sé que hay mucho más, los invito a experimentarlo leyéndolo. |
Dicho lo dicho me ronda una pregunta: ¿Cómo pudo una ciudadana estadounidense producir un efecto de tal magnitud? Aventuro algunas respuestas: los libros, los muy buenos libros, que son los únicos que tengo tiempo de leer, siempre han modelado mi espíritu y Beatriz Dujovne ha producido con el suyo un fenómeno que sólo consiguen los pueblos en su conjunto y los grandes artistas en su fuero íntimo: la fusión. El tango, el jazz y la bossa son producto de la fusión, la que no existiría sin los fenómenos sociales de nuestro continente. El tango, el jazz y la bossa, como tantas otras maravillas más, no existirían sin América. In strangers’ arms, es hijo de una fusión particular porque su autora nació en Buenos Aires, vivió y ejerció su profesión en los Estados Unidos, se capacitó en la Argentina y los Estados Unidos, comenzó la investigación sobre el tango en Estados Unidos con todas las facilidades que ello depara, pero las concluyó en Buenos Aires respirando el mismo aire que los protagonistas mencionados, pero sobretodo, porque ella baila el tango, por lo tanto, de lo que habla en su obra no es un tema de investigación sino una vivencia profunda y propia. Para concluir les diré que no es frecuente encontrar tanto conocimiento expresado en una forma tan transparente; Beatriz Dujovne compuso un texto que no excluye a ningún lector.
|