Reseña de Alejandro Martino sobre En la sección Música del azar de la revista Lea, N°10. Es un libro lleno de virtudes. Se trata de una obra accesible, en principio, porque podemos comprarla a un precio razonable en todas las buenas librerías y tenemos así acceso a un contenido que se hallaba disperso o semioculto en una dilatadísima bibliografía, que solo podía consultarse en bibliotecas especializadas. También es accesible, desde el punto de vista de su aprehensión, porque recurre a una síntesis muy lograda, donde nada es superfluo y al mismo tiempo casi no quedan cosas importantes por mencionar. Es difícil encontrar tanta información en un espacio tan reducido. Son 141 páginas de excelente impresión. Para los autores -integrantes del Grupo de Estudios Musicológicos- música tradicional es “... aquella que vive al margen de la escritura musical, es atesorada en la memoria individual y colectiva, y en su transmisión oral, de generación en generación, sufre las modificaciones propias de tales procesos”, es decir, el folklore musical. Se describen las danzas, canciones e instrumentos musicales criollos y aborígenes argentinos en su correspondiente marco |
geográfico, histórico y antropológico. En muchos casos recurriendo a ejemplos registrados por los propios autores en viajes recientes, lo que certifica su vigencia. La obra incluye fragmentos en notación musical. Algunos lectores, ojeándola, podrían creer que se trata de un libro exclusivamente para músicos, pero no es así. El texto explica con palabras lo esencial, que luego queda ejemplificado en escritura musical. Los errores más serios se encuentran en los ejemplos pautados donde, tal vez por razones de diagramación, sobran o faltan compases (páginas 60, 76, 122, 123). Y donde quedan sin consignar la armonía y el ritmo del acompañamiento. Por tratarse de una obra de divulgación, sería pertinente incluir un glosario, así como la aclaración del código de citas bibliográficas, que es excelente pero poco difundido. Memorable es el texto de la tonada Me dicen que te casas y la inclusión de la payada de Betancourt y Galván en Bariloche no solo es un toque de humor necesario, sino que también documenta un tipo tradicional argentino: el improvisado. Muchas fotografías, además de servir como buenos documentos, tienen un alto valor estético, como las de la tapa, la de Julia y Norma (de la etnia Mbyá) y la de Lola Kiepja, informante selk´nam cuya historia es sencillamente conmovedora.
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