El tango en la educación. Escuela de Música Popular de Avellaneda
En ¡Viva el tango! número 7 (Otoño de 1997). Academia Nacional del Tango
Por Alejandro Martino *

     Al hablar de la Escuela de Música Popular de Avellaneda (en adelante EMPA) no haré otra cosa que hablar de educación, y al hacerlo, estaré refiriéndome al principal mecanismo aglutinante al que apeló el Estado Nacional para unificar a nuestra patria. Quien les dirige estas palabras se ha formado en la educación pública y gratuita desde las primeras letras hasta los niveles universitarios y en no pocos de los conocimientos musicales que hoy posee. Por lo que el puesto que ocupo, con inocultable orgullo, no es obra de la casualidad.

     Hoy me hago esta pregunta ¿habría llegado a ocuparlo y a poseer el grado de formación que poseo si mi familia o yo mismo hubiésemos tenido que pagar a los maestros y profesores inigualables que han guiado mi destino? Y aquí mi orgullo. De haber existido la Escuela de Música Popular en mis épocas de estudiante de música, no dudo que me hubiera inscripto en ella y hoy podría decirles que mi formación completa se debe a todo lo que me brindó el sistema educativo público de mi país. Por todo lo que acabo de decir, entiendo que no existe el gasto en educación, sino la inversión y que todo presupuesto educativo puede -y debe- ser siempre mejorado.

Universal y regional

     Que el lenguaje musical sea compren­sible en todo el planeta es incuestionable, pero la difundida frase que menta a la música como un lenguaje universal nos puede hacer caer en la falacia de creer que si una música es consumida en la mayoría de los países del mundo se debe a las particularidades de esa música, que ha sabido captar la quintaesencia del ser humano para expresarla con toda comodidad y representarla con claridad inequívoca. En la tecnológica y empresarial vida de nuestros días cuando a difusión musical nos referimos, la tan mentada universalidad corresponde más a razones comerciales que artísticas o espirituales. Porque la música es regional. Tal vez la más regional de las artes.

     Podríamos compararla en su diferenciación regional a las tonadas con que nos expresamos en el lenguaje hablado. Todos, en Latinoamérica, lo hacemos en dos lenguas mayoritarias pero quién diría que de la misma manera. Desde el recurso al vocabulario hasta las acentuaciones e inflexiones, existen infinidad de rasgos que nos agrupan por regiones de uniformidad, y esto es válido aún hoy en la pretendida aldea global.

     Quién confundiría el habla de un ha­bitante de la ciudad de La Paz -expresándose en castellano- con uno de Buenos Aires, y a éste con uno del poblado de Zusques, o con alguien de las sierras de Córdoba. Esta confusión sería comparable a no diferenciar un tango de una chacarera o un joropo. Cualquier ser hu­mano sensible puede comprender el mensaje de cualquier música del mundo y disfrutar de él, pero cuál será la música que le diga más cosas, cuál la que le su­giera las más sutiles tramas de emoción, cuál la que lo haga sentirse más vivo. La respuesta es naturalmente ésta: la de su región. Cuanto más haya vivido el oyente en su región más cosas le dirá la músi­ca de su región porque quienes la hicie­ron pertenecen a su propio pasado -sea éste un siglo o apenas unas horas-. No han hecho otra cosa que respirar el mismo aire, sufrir los mismos dolores y alegrarse infinitamente con similares cosas. En nuestro caso, por ejemplo, con el es­cándalo de sol -como dice María Elena Walsh- único de nuestra región.

     Todos gozamos de la belleza musical del choro, pero cuando oímos un tango, junto a su belleza nos llegan, rebotando desde el infinito, trozos vivos de nuestro propio ser y esto es irrepetible. Ahora bien, visto desde el Brasil, el tango es pura sugerencia y encanto, pero sus bossas, chorinhos y serestas son incomparables a la hora de mirarse en los espejos.

     Qué música podría vincularnos, expresarnos y contarnos más que la propia.
Hermeto Pascoal (compositor y multiinstrumentista brasileño) expresa estos mismos conceptos con las siguientes pa­labras (Diario Clarín, 10/10/96): “Todo país tiene su música, sobretodo su ritmo. Pero la música no queda en ningún país. Vuela, es como el viento, el aire o el agua. Nació aquí pero va al mundo. Por eso mi música es universal sin preconceptos”.

     Para que la música vuele por el mundo hacen falta dos cosas. Por un lado, de­terminadas características de la música en sí y luego, un cúmulo de oportunidades, circunstancias y condiciones propias del mundo. En términos actuales se diría que necesita un mercado. Porque para crecer hace falta crecer pero también es imprescindible tener espacio para hacerlo, Porchia dixit.

     En este fin de siglo es mucho más factible generar un mercado universal para determinada música, a que un pueblo la cree colectivamente, con el suficiente contenido de originalidad para diferenciarse y representarlo.

     Imaginemos por un momento los al­cances de universalidad del tango respaldado por un aparato comercial de difusión como el que posee la música de Estados Unidos o de Inglaterra.

     El tango es universal sólo por sus valores artísticos.

     Hoy más que nunca en la historia del tango su destino musical está en manos de los artistas. No existe mercado para la música nacional. Vaya a saber por qué secretas razones las empresas del rubro discográfico han dejado a nuestra música en el peor de los desamparos. Seguir cultivándola, en la mayor parte de los casos, es un acto personal de valentía, de orgullo por lo que es propio, de imposibilidad espiritual de hacer otra cosa. Un buen número de artistas conocedores de la técnica, el oficio y la historia de su música hacen hoy en los escenarios y en las au­las mucho más de lo que logran las ediciones musicales en el mercado. Este cúmulo de artistas puede ser cada vez más numeroso, y qué mejor inversión que la destinada a producirlos.

     Siempre fuimos de lo universal a lo regional y el enciclopedismo que susten­tó a toda nuestra educación hizo que para hablar de culturas y civilizaciones comenzáramos por los griegos. Luego de muchísimo tiempo, bolillas y regiones, hablábamos -apurados porque finalizaba el ciclo lectivo- de los incas, mayas y aztecas y casi nunca llegábamos a los temas argentinos.

     En la EMPA procedemos en sentido contrario, sin negar nada de lo que existe, pero comenzando por acá.

Los títulos

En nuestro país y en el mundo tener títulos oficiales de música significa haberse formado en los contenidos de la música llamada genéricamente clásica.

     La EMPA, institución terciaria no universitaria dependiente de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, otorga títulos oficiales y nacionales, al igual que otras instituciones musicales, pero con una diferencia: la formación de los estudiantes se ha realizado en los contenidos de la música popular de su país y Latinoamérica, así como en el jazz.

     En otras palabras, es la primera vez en nuestra historia que un estado (el de la Provincia de Buenos Aires) reconoce en idéntico status o jerarquía a su música popular y a la clásica. Esta “leve” diferencia constituye una revolución estética y filosófica. Además de un heroico gesto de superar antiguos complejos de inferioridad cultural.

Pequeña cronología de la Escuela y su Área de tango

1985

     Se crea una comisión destinada a pro­poner contenidos de música popular para ser incorporados en los planes de estudio de las escuelas de la Provincia. José Gabriel Dumón, por entonces Director General de Escuelas y Cultura, convoca por intermedio de Cacho Tirao, asesor del Director de Enseñanza Artística, y con la coordinación del asesor Gustavo Molina, a un grupo de músicos populares de los géneros tango, folklore y jazz. Ellos son, en tango: Horacio Salgan, Daniel Binelli y Rodolfo Mederos, en folklore: Manolo Juárez, Hilda Herrera, Oscar Alem, Carlos Palmero y Marcelo Frezia, y en jazz: Hugo Pierre, Tristán Taboada, Osvaldo López y Santiago Giacobe. Al cabo de un año concluyen por delinear el perfil pedagógico y organizativo de una nueva carrera que no contaba con ante­cedentes a nivel oficial con un Plan de Estudios Piloto.

1986

     Comienza a dictarse esta nueva carrera de instrumentista en el edificio de la Escuela Nº 1 de Avellaneda (Av. Mitre 850). Será regida mientras dure su período experimental, esto es hasta 1989, por un Consejo Académico integrado por Horacio Salgan, Daniel Binelli, Rodolfo Mederos, Manolo Juárez, Hugo Pierre y Gustavo Molina que tenía como principal objetivo conducir el plan piloto hasta que se reciba la primera camada de estudiantes y nombrar los profesores necesa­rios, ya que no existían títulos habilitantes para estas especialidades. Mantienen el criterio de incorporar como profesores a músicos profesionales en actividad.

     Por Resolución del 5 de mayo se crea la Primer Escuela Argentina de Música Popular.
El Área de tango incluye a los profe­sores Aníbal Arias en Guitarra, Daniel Binelli y Rodolfo Mederos en Bando­neón y Práctica Grupal, y Horacio Salgan en Piano.

1987

     La Resolución 9953 define el Plan de Estudios Piloto.

     En julio se trasladan las clases al edificio recientemente refaccionado de la calle Italia 36 donde funcionaba la Escuela Nº 7. Este domicilio es su sede definitiva y propia.

     Comienza a dictarse el Magisterio de Música. Se incorporan al Área de tango Cayetano Crimi en Piano y Rubén “Chocho” Ruíz en Guitarra. Aníbal Arias comienza a dictar Historia.

1988

     Se crea el cargo de Director y es ocupado por Gustavo Molina.

     Horacio Salgan renuncia a sus cargos y se incorpora como profesor Orlando Tripodi, quien dicta Piano y Práctica Grupal. Renuncia Daniel Binelli a su cargo en el Consejo Académico, quedando el área bajo la exclusiva coordinación de Rodolfo Mederos quien la conduce con un claro y explícito plan. Se incorpora Alejandro Martino dictando Flauta Tango, ya dictaba Flauta Folklore desde el año anterior.

1989

     Se recibe la primera promoción de Instrumentistas en Música Popular.

     Concluye el período experimental.

     Se realiza una evaluación general con la participación de todos los estamentos de la Escuela.

     Alejandro de Vincenzi asume como Vice-director.

     Comienzan las clases de la carrera de Magisterio, la que proveerá al país de sus primeros maestros de música especializa­dos en música popular. Podrán ejercer en los niveles inicial y primario.

     El Área de tango incorpora a Hugo Romero como profesor de Guitarra, Práctica Grupal y, más tarde, Taller de Guitarra.

1990

     Se implementa el nuevo plan de es­tudios por Resolución 562/91. Se crea un año de preingreso.

     Se reestructura el plantel directivo del establecimiento.

     Deja de funcionar el Consejo Acadé­mico.

     Se crean las Jefaturas de Área y son elegidos por consenso para ocuparlas: en Tango Hugo Romero, en Jazz Armando Alonso y en Folklore Alejandro Martino.

     Gustavo Molina deja la Dirección y lo reemplaza como suplente Alejandro de Vincenzi.

     Asume Alberto Merolla como Vicedirector.

     A partir de este año los cargos serán cubiertos por concursos de antecedentes y oposición.

     Comienza a publicarse el material didáctico en forma de cuadernillos y arre­glos.
Se crea el Centro de Medios Múltiples.

     Comienza el ciclo de recitales deno­minado “Viernes en la Escuela”.

     En el Área de tango se crean las Ayudantías de Cátedra. Se incorporan Fabián Bertero (violín) y Fernando Diéguez (cello) como ayudantes de las Prácticas Grupales, y Claudia Hümoller y Aldo Videla, como ayudantes de Flauta.

1991

     Se amplía el año de preingreso creándose el Ciclo Básico de Formación Musical con orientación en Música Popular. Se crea su Jefatura de Área que es cubierta por Ricardo Cantore. El ciclo original de cuatro años pasa a denominarse Ciclo Medio de Especialización en Tango, Folklore y Jazz.

     No hay incorporación de docentes en el Área de tango.

     Rodolfo Mederos deja de dictar Bandoneón y comienza con Elementos Técnicos del Tango.

1992

     Debe cederse parte importante del edificio para que funcione el Jardín de Infantes 908.

     Se reciben los primeros Maestros de Música.

     Se crea el cargo de Jefe de Área Pedagógica que es ocupado por Alejandro De Vincenzi. Se implementa el dictado del cuarto año en la carrera pedagógica, cuyo título es el de Profesor de Educación Musical, con habilitación para los niveles secundarios y terciarios (Resolución 229/93).

     Fallece Cayetano Crimi.

     Ingresa Mario Arce como profesor de Violín Tango.

1993

     Se crea el Ciclo Básico de Canto.

     Se incorpora para dictar Contrabajo: Daniel Buono, en Bajo Eléctrico: Andrés Serafini, en Piano: Lúcela “Beba” Pugliese y Hernán Possetti. Como ayudante de Práctica Grupal: Walter Castro (bandoneón).

     Daniel Binelli deja la Práctica Grupal.

1994

     No se producen ingresos docentes en al Área de tango.

     Renuncia Andrés Serafini y es reemplazado por Daniel Buono.

     En diciembre asume la Dirección Gustavo Molina.

1995

     Deja la Dirección Gustavo Molina, el 11 de abril, desde entonces la institución queda a cargo del Secretario Raúl Fiorino con la conducción de los Jefes de Área. En junio se realiza un concurso para cubrir el cargo de Director y resulta primero en orden de méritos Alejandro Martino. Para desempeñarse debe dejar algunas horas cátedra de Flauta Tango, las que son tomadas por Claudio Aristimuño.

     Fallece Orlando Tripodi. Se incorpora en Práctica Grupal Rodolfo Alchourrón y en Piano: Ado Falasca y Aldo Saralegui.

     Renuncia Mario Arce

1996

     Se celebra durante todo el año la Primera Década de la Escuela.

     Se recupera el espacio del edificio ce­dido al Jardín de Infantes 908. Se crea la Biblioteca Astor Piazzolla y una comisión para regirla, enmarcada en los lineamientos del Proyecto Biblioteca (1994) de Alejandro Martino.

     Asume como Secretaria Gloria Szucs.

     Se denomina al aula 7 de Práctica Grupal “Orlando Tripodi” y al aula 3 “Cayetano Crimi”.

     Se incorpora Mauricio Marcelli. Renuncia a Práctica Grupal Hugo Romero.

     Renuncia Daniel Binelli a su cátedra de Bandoneón, ingresa Walter Castro en su reemplazo.

Plantel actual del Área de tango

Guitarra: Aníbal Arias, Chocho Ruiz y Hugo Romero.
Piano: Beba Pugliese, Hernán Possetti, Ado Falasca y Aldo Saralegui.
Flauta: Alejandro Martino y Claudio Aristimuño.
Contrabajo y Bajo Eléctrico: Daniel Buono.
Violín: Mauricio Marcelli.
Bandoneón: Walter Castro.
Taller de Guitarra: Hugo Romero.
Práctica Crupal: Rodolfo Mederos y Rodolfo Alchourrón.
Elementos Técnicos: Rodolfo Mederos.
Apreciación del Lenguaje e Historia: Aníbal Arias.
Ayudantes de Cátedra: Fabián Bertero, Fernando Diéguez, Walter Castro, Claudia Hümoller y Aldo Videla.
Preceptora: Graciela Mazur.
Jefe de Área: Hugo Romero.

     La carrera completa tiene tres niveles de Ciclo Básico y cuatro años de Ciclo Medio, el primero de los cuales incluye tres materias de instrumento y tres de Apreciación del Lenguaje, una por cada uno de los géneros. Es un año con carga horaria alta pero que brinda un panorama excelente para que los estudiantes puedan elegir con conocimiento de causa la especialidad a que se dedicarán hasta recibirse.

     Además de las materias propias del área elegida, todos los alumnos cursan Entrenamiento Auditivo en dos niveles, Introducción a los Elementos Técnicos, Música Latinoamericana en dos niveles, Fundamentos Electroacústicos y Arreglos Vocales e Instrumentales.

¿Qué significa enseñar tango?

     En primer lugar un cambio de espacio para la música, hay que llevarla de su lu­gar habitual de existencia a las aulas. Este paso ya es una importante cuestión porque se corre el riesgo de cambiar la música y sus contenidos para poder insertarla en su nuevo hábitat.

     La documentación, racionalización, y metodización puede dar por tierra con los rasgos más significativos y particulares del tango en bien de no contradecir cuestiones de respeto a la pedagogía musical tradicional. Por lo que para enseñarlo, no sólo es ne­cesario saber mucho de tango, sino encontrar nuevos sistemas de transmisión de conocimientos y destrezas, nuevos mecanismos pedagógicos.

     Este simple ejemplo gráfica lo que intento transmitirles: si le preguntamos a un estudiante de música con formación ¿en un compás de tres tiempos binarios, cuál de ellos es el más fuerte? No dudará en responder que el más fuerte es el primero y esto se debe a que la herencia de educación musical que recibimos lo proclamó a los cua­tro vientos pensando en las especies de tres tiempos de su región: el vals, y su antecesor el landler, el minué, la sarabanda y el corrente. Pero un compás de tres tiempos no es un fenómeno universal como para que la pedagogía lo defina con tanta liviandad. En la respuesta del estudiante formado académicamente faltó la información más cercana a su lugar de origen. Nadie le explicó cuál es el tiempo más fuerte en todas las especies argentinas que comparten el acompañamiento tipo gato (gatos, chacareras, escondidos, huellas, triunfos, etc.) donde el primero es justamente el más débil de sus tiempos y el tercero el más fuerte.

     Un caso importante es lo que sucedió en la escuela en el ámbito de las Prácticas Grupales donde trabajábamos inicialmente con arreglos dados, es decir que los estudiantes leían con sus instrumentos las partes escritas por un arreglador (generalmente su profesor) y seguían las indicaciones de éste en rol de director. No tardamos mucho en caer en la cuenta que en la propia actividad profesional nosotros mismos no utilizábamos este único recurso, sino que también era importantísima la interpretación espontánea, lo que en tango llamamos tocar “a la parrilla”. Con las debidas fundamentaciones solicitamos a nuestras autoridades aprobar la modificación de esta metodología y en el caso del Área de folklore llegamos a desdoblar los horarios de las cla­ses de práctica y a asignarle distinto profesor, uno para cada modalidad. En el Área de tango la Práctica Grupal de cuar­to año se hace íntegramente con la modalidad espontánea.

     Por lo dicho hasta ahora se comprenderá cuán importante es crear un material didáctico especializado para el dictado de clases. Este material ya está a disposición en los siguientes casos: Piano I a IV, Guitarra I a IV, Bajo y Contrabajo I y II, Flauta I y II, Taller de Guitarra Volumen I, Libro de los tangos Volumen I, Bandoneón I, El lenguaje del tango (modelos rítmicos), 9 Estudios para flauta, Apreciación e Historia, Arreglos de Práctica Grupal.

     La demanda por parte de los estudiantes ha sido para todos nosotros un importante incentivo de trabajo y la posibilidad de cotejar los materiales con ellos, blinda una fuente de experimenta­ción indispensable. Están próximas a concluirse y editarse dos obras de largo aliento que han nacido en el seno de la institución, ellas son “Elementos Técnicos del Lenguaje del Tango” de Rodolfo Mederos y “La Flauta Traversa en el Tango” de Alejandro Martino.

Los resultados

     Lo más importante son los resultados y éstos se aprecian en los estudiantes que adquieren -según palabras del jefe de área Hugo Romero-  “un perfil de profesional creativo, preparado para iniciarse en cualquiera de las expresiones en que se manifiesta el instrumentista de tango: solista, acompañante, integrante de grupos u orquestas, destacándose en todas o alguna de estas facetas según su dedicación y capacidad”.

     La siguiente nómina de estudiantes y egresados con actividad profesional da cuenta de lo expresado. Ella es seguramente incompleta por lo que pedimos disculpas a quienes no se mencionan y les solicitamos que nos hagan llegar información para mantenerla actualizada.

     Bandoneonistas: Alejandro Bruschini (Orquesta de Beba Pugliese, El Pescante); Camilo Ferrero (El Arranque); Eleonora Ferreira (Las Tangueras, Amelita Baltar, Patricia Andrade, grabaciones); Pablo Mainetti (Sexteto Sur, Tango x 2, Amelita Baltar, Festival de Barcelona, grabación del Concierto para Bando­neón de Astor Piazzolla); Marcelo Mercadante (Sexteto Sur, Festival de Barcelona).

     Bajistas y contrabajistas: Lila Horowitz (Tangata Rea); Marisa Hurtado (Las Tangueras); Gabriela Pastor (Las Papirusas); Andrés Serafini (Docente, actividad profesional en Europa).

     Guitarristas: Pedro Chemes (Cuarteto de la Ochava), Claudia Hümoller (Docente, El Pescante, Conjunto de guitarras de Aníbal Arias); Mónica Pavicich, Daniel Tubino, Sergio Crotti, Gabriel Moncayo y Sebastián Díaz (Conjunto de Guitarras de Aníbal Arias); Germán Martínez (Orquesta de Tango de General San Martín, Presencia Tanguera, Orquesta de José Colángelo); Víctor Pugía (Tangata Rea), Alejandro Schwarz (El Arranque).

     Pianistas: Hernán Possetti (Docente, Quinteto de Rodolfo Mederos, Orquesta de Julián Plaza); Sonia Possetti (Docente, Tangata Rea); Fernando Maguna (actuaciones en El Viejo Almacén); Andrés Linetzky (Orquesta del Bauen Hotel); Leonardo Stefoni (El Arranque); Oscar D'Elía (Orquesta Juan de Dios Filiberto).

     Flautistas: Paulina Fain (Tangata Rea); Gabriel Franco (Criollitas); Hernán Ascón (Café Tortoni); Fabián Murúa y Jorge López.

     En 1996 están en condiciones de egresar seis pianistas, cinco guitarristas, dos flautistas, y un bajista.

     Nómina de los egresados con título de Instrumentista en Música Popular especialidad Tango hasta 1995: Nilda Mattighiello (piano), Adriana Savigliano (flauta), Ricardo Parras (bandoneón), Javier Caruso (guitarra), Ana Laura Cialdo (piano), Roberto Grinfeld (guitarra), Alejandro Guigui (guitarra), Hernán Possetti (piano), Ricardo Flanagan (guitarra), Roberto Rodríguez (guitarra), Andrea Kawon (flauta), Osvaldo Tubino (guitarra), Margarita Cheeín (piano), Claudia Hümoller (guitarra), Omar Libonatti (guitarra), Sonia Possetti (piano), Rene Saín (piano), Xavier Bengoa (guitarra) y Jorge Blengini (guitarra).

Algunas consideraciones a modo de conclusión

     La primera. Resulta muy importante destacar la acción de la Asociación Cooperadora, la Comisión del Ciclo Viernes en la Escuela y la Comisión Pro-Biblioteca, todas integradas por estudiantes y docentes. Ellas permiten mitigar las carencias presupuestarias, con el aporte de su trabajo voluntario y el amor a nuestra escuela.

     La segunda y última. Nosotros, los académicos y estudiosos del tango, podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que la creación de la EMPA inaugura un período histórico importantísimo cuyo punto culminante acaba de producirse recientemente.
A este lapso de diez años (1986-1996) podríamos llamarlo “Período institucional del tango”. Creo oportuno denominarlo así porque aparecen, por primera vez en su historia, instituciones oficiales que gravitan estratégicamente sobre su acontecer.

     Los hitos del período son:

1986 Creación de la EMPA
1990 Fundación de la Academia Nacional del Tango
1991  Creación de la Universidad del Tango
1996 Primera década de la EMPA y promulgación, a instancias de nuestra Academia, de la Ley 24.684, denominada Ley Nacional del Tango.

 

* Alejandro Martino es académico titular de la Academia Nacional del Tango y Director de la Escuela de Música Popular de Avellaneda.


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