Perfil del tango en el siglo XXI
por Alejandro Martino

En la revista La porteña, número 84.

     El tango es un organismo complejo. A la manera de un ecosistema. Los últimos ciento treinta años de vida argentina lo tienen como agente receptor y generador de cultura. Su rasgo más preponderante es ansiar vivir y vivir con altura. Tiene tanta fuerza para ello que ha cambiado y cambiará tantas veces como sea necesario, esa es su capacidad de adaptación, su forma de resistencia. Contra la vida del tango se atentó una y otra vez, sin éxito, y el atentado fue perpetrado por espíritus poco abiertos y poco sensibles que se ofuscaron, cuando no se ofendieron, al verlo cambiar. El tango cambia como nos cambia el tiempo, no todos estamos preparados para aceptarlo. Para la vida de nuestro organismo pronunciar la frase ¡Esto no es tango! levantando el índice acusador, se ha convertido en el principal veneno. Pero el tango produce antídotos. En períodos de bonanza vive en la superficie, todos pueden verlo y disfrutarlo (en la década del cuarenta el mundo estaba en guerra, la Argentina era neutral y producía alimentos), cuado las cosas se ponen difíciles el tango se entierra (como la cigarra) o se exilia momentáneamente (como cualquier argentino). Sabe que vendrán tiempos mejores, le alcanza con concentrarse en un artista y su pequeño grupo de seguidores.

     Los días actuales son para el tango momentos de esplendor. Cientos de artistas, por no decir miles, le dan vida nueva, emitiendo mensajes y miles de personas, por no decir millones, reciben el mensaje y lo disfrutan.

     Vaya una pequeñísima, y muy incompleta, nómina de letristas y compositores del Siglo XXI: Acuña, Adrover, Agri, Albert, Aznar, Bertero, Bublik, Cáceres, Carli, Ceretti, Cohen, Cosentino, De Carolis, Dengis, De Robertis, Díaz, Di Liscia, Estrella, Ferreyra, Gallo, Garello, Giammarco, González, Pierro, Pometti, Rosales, Rubín, Marconi, Mauricio, Meres, Morcillo, Mozzi, Muñíz, Nisinman, Puig, Sacri Delfino, Steimberg, Szwarcman,  Vatuone…
La falta de difusión produce significativas interferencias. Los predadores no tienen la sensibilidad para reconocerlo y optan por negarle el ser. ¿Incapacidad propia o mera mezquindad? Son fervientes destructores de puentes y construyen, con cualquier material, tabiques, muros, murallas y murallones. El tango, como un hilito de agua, sabe sortearlos.

     Yo, por mi parte, me esfuerzo por ser cada día mejor maestro. Escribo las letras de la película Grisel, estoy terminando de grabar un disco de tango cien por ciento nuevo y, en octubre, la Biblioteca Nacional presentará mi novela en verso Bravía, que puede ser cantada.

© Alejandro Martino