Reseña de Alejandro Martino sobre
Memorias musicales
de Ernesto Epstein con Vilko Gal

En la sección Música del azar de la revista Lea, N°12.

     En una actuación pública de Astor Piazzolla un hombre de marcado acento alemán hizo la presentación. Durante la misma desplegó un análisis musical propio de la obra del compositor y su significado. Al abrirse el telón y antes de iniciar la interpretación Piazzolla, con su frontal estilo, exclamó ante el micrófono: “Tuvo que venir un gringo para comprender lo que yo quiero decir con mi música”. Como corresponde a un músico, Astor se dejó guiar por el oído, pero si bien era cierto que el presentador había comprendido su mensaje con profundidad, lo de gringo no le cabía. El señor de acento alemán era Ernesto Epstein, tan criollo, tan argentino, como el propio Astor Piazzolla o como la revista Lea.

     El musicólogo, crítico musical, docente e investigador, Ernesto Epstein nació en Buenos Aires el 25 de octubre de 1910. Desde 1914 hasta 1921 vivió en la kantiana Königsberg y desde entonces hasta 1939 en Berlín, donde estudió piano y violín y se diplomó en piano, educación auditiva e historia de la música. En 1939 regresó -ya casado- a la Argentina, donde vivió y realizó toda su obra. Falleció el 1º de febrero de 1997.

     Sus Memorias musicales están escritas en una espléndida prosa que muestra la profunda formación cultural que poseía, su erudición, delicadeza y humanidad. Leyéndolas se recuerda el estilo literario de Sigmund Freud, porque ambos, como al pasar y con toda naturalidad, se expresan con las más altas galas del idioma.

     Vilko Gal, además de ser quien indujo a Epstein a escribir sus memorias, colaboró con él en la tarea e intervino -en ciertos capítulos- como entrevistador. Es una pena que no se halla dejado en la voz de Gal algunos pasajes donde la primera persona suena un tanto pedante, rasgo muy alejado del espíritu de Epstein.

     Muy probablemente Epstein halla sido el más acertado crítico musical argentino por una razón de peso: criticaba usando como base principal su oído. Esto -que parece una perogrullada- no lo es si observamos los métodos de crítica más en boga en nuestra tierra.


© Alejandro Martino