Veinticinco variaciones
sobre un tema de Augusto Monterroso
de
Alejandro Martino

4


     —Hola madre. Estoy muy alegre.

     —Estupendo, hijo, estupendo. ¿Hay un motivo especial?

     —He escrito el cuento más breve de nuestra lengua.

     —Bravo... Bravo. Escribir un cuento breve no es poca cosa... Ya que es tan breve, podrías leerme tu cuento ahorita.

     —Sí, madre, sí. Escúchalo con atención:
     “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”

     —¿Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí?

     —Sí madre, ése es mi cuento.

     —Siempre dije que eras un muchacho de pocas palabras, pero con éstas levantarás polvareda.

     —Gracias, mamá. ¿Te ha gustado?

     —Sí. Lo recibo encantada, pero permíteme, Augusto, que yo tome a tu dinosaurio, también, por otras cosas.

     —¿Otras cosas? ¿Cómo qué?

     —Ya te lo diré cuando nos veamos. Cuídate mucho, hijo.

     —Tú también madre. Hasta más ver.


© Alejandro Martino